Veronica Garcia viene a Programa Puente casi todos los días a conbatir la diabetes y a hacer comunidad. (Para Spectrum Health Beat)

Camino de Guanajuato

A poco más de dos mil millas, o bien a poco menos de 3,500 kilómetros; se ubica la comunidad de El Moro dentro de la municipalidad de Yurira en Guanajuato, México.

Y aunque parezca a muchos una obviedad, es importante destacar que los hilos del destino que entrelazan a comunidades tan modestas como El Moro con la nuestra; se vienen tejiendo desde mitades del siglo pasado en toda la Unión Americana pese a la tempestad social que hoy impera.

Veronica Garcia Calderón vive en Grand Rapids desde 1990, y comenta que venir a trabajar al Norte era tradición para muchos en aquella comunidad del vecino país al sur de la frontera, incluso desde antes que ella naciera, cuando su abuelo vino primero de Bracero.

A fines de los ochenta, ya suponía inminente el viaje a su ahora país adoptivo, pero Veronica jamás pensó en quedarse. Su padre, quien también iba y venía al igual que el abuelo, hizo los trámites correspondientes, y así un buen día despertó a una realidad completamente distinta a la de El Moro, donde aún viven algunos 400 habitantes.

Con el paso de los años, encontraría que en esta ciudad transcurriría gran parte de su vida.

“Si hubiera seguido allá, también hubiera sido ama de casa, pero no hubiera tenido la oportunidad de terminar la high school [preparatoria, en español mexicano], ser madre y tener confianza en mí misma.”

Ella se enteró de nuestros servicios debido a que se ofrecía una serie de cursos para prevención de la diabetes en la escuela a la que asisten sus hijos, Harrison Park Elementary School.

Patadas contra la diabetes y el estrés

“Me interesó porque la diabetes nos viene de familia” dijo Veronica, quien se dedica al hogar a tiempo completo. Esposa y madre de cuatro hijos—Dulce Angelina de 20 años de edad, Liliana Gabrielle de 14, Maryann de 12, y Juan Rafael de nueve—es participante de Programa Puente hace casi dos años y dice haber bajado ya siete libras además de haber tonificado sus músculos.

“Vengo para desestresarme de la rutina y darles un buen ejemplo a mis hijos.” La meta de Veronica es llegar a la adultez mayor en buena salud y pretende que su familia; incluyendo su esposo, Juan Carmona, aprovechen las oportunidades disponibles en la comunidad para aprender a vivir de forma saludable.

“La vida es una, y sólo por eso, vale la pena vivirla de la mejor manera posible” añadió.

En casa de los Carmona-Garcia la rutina diaria comienza temprano.

Primero, Veronica prepara a Liliana Gabrielle y la encamina a la parada del bus escolar, después regresa a casa para llevar a Maryann y a Juan Ramón en automóvil a la escuela. A la vuelta desayuna, hace limpieza y cerca de las 11:30 AM se alista para partir a Programa Puente y hacer ejercicio. Dulce Angelina, la mayor, recibió recientemente su certificado de auxiliar médico y está buscando empleo, pero le ayuda también a su madre en casa.

Luego, le toca volver a los quehaceres de la casa y a cocinar para la familia. Veronica espera a sus hijos y esposo para darles de comer. Si hay clase por la tarde, que es el caso de lunes a jueves en nuestro centro para la prevención de enfermedades cardiovasculares, ubicado en el 1357 Grandville Ave SW, ella apresura sus pasos y hace otros 60 minutos de actividad física.

Resultados que motivan

Al preguntarle qué clase le gustaría que se ofreciera en Programa Puente, Veronica indica que las de autodefensa serian una buena idea porque, “están pasando muchas cosas por todos lados” dijo, haciendo alusión a los tiempos que se viven.

La valoración de la enfermera que asesora a Veronica, es favorable.

“Ha bajado diez libras y ha perdido hasta tres por ciento de grasa corporal” indicó Joanna Rodriguez, RN y administradora de casos. “Esto es un buen comienzo porque al seguir por el camino adecuado, se empezaran a ver cambios en su colesterol total y glucosa” acotó la enfermera Rodriguez.

Veronica ha recomendado los servicios de Programa Puente entre sus amistades, ella entiende que la gente prefiera guardarse en casa, a la luz del entorno que se vive, pero también está consciente de que la unión hace la fuerza, e invita a los hispanohablantes a hacer comunidad en torno a los servicios preventivos y detección de riesgos a la salud cardíaca, “vengan porque es una clase que ayuda a relajarse y rompe la rutina hogareña, a lo largo de la asistencia los participantes se sorprenden porque logran cosas que parecían impensables antes” concluyó.

Aunque diga José Alfredo Jimenez que, “la vida no vale nada” recuerde que la buena salud está en sus manos. Llame para hacer una cita hoy mismo. Mejore su salud. Mejore su vida. 616.391.6199.