(Para Spectrum Health Beat)

¿Col rizada y quínoa? Bien. ¿Tocino y bizcochos? Mal.

Cuando de comida se trata, nos gusta categorizar nuestras opciones entre lo bueno y lo malo. Sin embargo, esa tendencia de asignarle un juicio moral a las cosas que comemos, resulta en el efecto indeseado de hacer ese mismo juicio sobre nosotros.

¿Cuántas veces ha escuchado a alguien decir «me porté mal hoy» cuando de comida se trata?

Tenemos la tendencia de recalcar los efectos negativos al elegir alimentos menos nutritivos en vez de tener una perspectiva general sobre una dieta balanceada que da pie a comidas que nutren al mismo tiempo que permite aquellos comestibles que nos dan placer.

Lo irónico es que cuando etiquetamos un comestible como «malo» se nos antoja mucho más.

Si se dice a usted misma que debería evitar ese bizcocho a la hora del descanso en el trabajo, porque no es saludable, tal vez le sea difícil pensar sobre algo más que no sea ese bizcocho. Luego, cuando ya le sea difícil resistir, en vez de comer uno termina comiendo cuatro pastelitos. Después se sentirá mal, y se martirizará por haber comido lo que no debió haber comido y por su falta de autocontrol.

Esta forma de pensar puede llevar a cierta gente a una relación mucho más dañina con la comida.

La ortorexia es una condición caracterizada por pensamientos y conductas obsesivas relacionados con la alimentación saludable. Lo que comienza como un intento por la buena alimentación y evitar los comestibles malos para la salud, se puede convertir en una pequeña lista de comidas permitidas.

También puede conducir a limitaciones cada vez mayores en las actividades diarias dictadas por la disponibilidad de alimentos seguros.

La ortorexia es similar a otros trastornos de la alimentación, como la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, pero las personas que sufren de ortorexia se centran en la salud, no en el peso. La ironía con la ortorexia, sin embargo, es que la dieta puede llegar a ser tan limitada que la salud física se ve comprometida, además de la creciente presión sobre la salud mental de la persona.

Al igual que con la mayoría de las cosas en la vida, cuando se trata de elegir los alimentos que se consumen, el objetivo debe ser: la moderación, el equilibrio, la nutrición y el placer.

Empezar con una base de alimentos ricos en nutrientes; como granos integrales, proteínas mínimamente procesadas, frutas y verduras, le da la pauta para poder comerse ese bizcocho o un poco de tocino de vez en cuando. Cuando se da permiso para disfrutar de la «comida prohibida» se libera del prejuicio al que se auto somete cuando elige su comida, y poco a poco empieza a gravitar hacia lo que es natural para sentirse físicamente bien.

Aprenda a abandonar los juicios morales sobre la comida—y sobre usted misma— ¡Le convine!

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